25.8.08

EN LA PRENSA... huelva información


Uno de los clásicos más laureados de la novelística anglosajona fue el encargado de cerrar un exitoso ciclo de actuaciones del XXIV Festival de Teatro y Danza de Niebla. Hamlet, transmigró el alma más pura de la literatura de Shakespeare a la fortaleza iliplense, a través de la adaptación que Juan Diego Botto ofreció a un público, que respondió a la cita vistiendo al Castillo con sus mejores galas, presentando un aforo completo, después de que las entradas se agotaran hace 15 días.


La huella del director dejó su impronta, ya desde las postrimerías de la representación, en el momento en el que los espectadores comenzaban a ocupar sus asientos y contemplaban como los personajes se emplazaban entre las gradas, realizando comentarios con pinceladas de la trama, con el objetivo que los asistentes se conviertan en partícipes de este espectáculo.


Niebla se convirtió en el Castillo de Elsinor dando cobijo a la corte danesa, testigo de sucesos cargados de sospechas, misterios y sufrimiento. Pronto, la impotencia, la incertidumbre, las continuas disyuntivas y reflexiones existencialistas se apoderaron del escenario, con el asesinato del rey, que sitúa al Hamlet en una tesitura peculiar y repentina que exige determinación e independencia de la que carece el joven príncipe, de manera, que su empresa de vengar a su progenitor y ajusticiar al culpable su vuelve casi un propósito utópico, que se torna en obsesión y posteriormente en tragedia.


En el transcurso de las escenas, se puede observar como Botto pretende remarcar a través de la interpretación de los personajes y de la puesta en escena, la corrupción política en el acceso ilegítimo al trono, como una de las lacras sobre las que Shakespeare incidía en sus obras y lo articulaba adornado con una mordaz e inteligente prosa.


Una propuesta sin florituras ni alardes formalistas y escénicos, en la cual primó la sencillez y la comprensibilidad, sin obviar las grandes dosis de teatro de alta escuela, cuya calidad fue puesta al servicio de la simbiosis entre los personajes y el público. El objetivo fue deslindar de la obra clásica los arquetipos, de manera, que los actores lograran introducirse en la personalidad de los protagonistas, ofreciéndoles los matices de su propia personalidad.


El acento porteño, aunque reprimido y disimulado se apoderó de Hamlet en la figura de Alejandro Botto, que con maestría transmitió el universo de dolor que se esconde tras la tragedia familiar del protagonista, que queda subyugado a una vida de desdichas y de desconfianzas, visibles en la interpretación con grandes dosis de dramatismo, que caracteriza la propuesta del actor.


Tras la investidura en el trono de Claudio, tío de Hamlet, la desazón se apodera de la vida del joven príncipe cuya venganza ciega su juicio y raciocinio. El corazón de Gertrudis, madre de Hamlet, es conquistado por Claudio, cuyo atractivo y artes de seducción, hacen sucumbir a la reina, que cae en brazos de este siniestro pero persuasivo personaje. José Coronado encarnó a la perfección la figura de este galán irresistible de oratoria fluida y con porte de caballero, capaz de convencer al pueblo danés de que la causa de la muerte de su rey fue la accidental mordedura de una serpiente y no despertar sospechas sobre su implicación en la muerte, al inocular veneno en el oído del monarca.


La adaptación de la obra se mantuvo fiel a los preceptos shakesperianos, eligiéndose para la representación la primera versión traducida al español en el siglo XIX, de la mano de Leandro Fernández de Moratín, añadiéndole frescura y aires contemporáneos, con el objetivo de que el público empatizara con las circunstancias de los personajes y se conmovieran y atribularan con el desenlace fatídico de los acontecimientos.


Con la representación de Hamlet, el Festival de Teatro y Danza se despide de Niebla, cerrando su 24 edición, tras haber prestigiado y diversificado la oferta cultural de la provincia desde el pasado 5 de julio, cuando dio comienzo el programa de espectáculos.