La Onubense investiga la producción de antibióticos a partir de algas del río Tinto
El estudio busca la obtención de luteína, un compuesto antioxidante capaz de frenar la ceguera La 'Coccomyxa onubensis' contiene también propiedades terapeúticas contra la salmonela
Coccomyxa onubensis. Este es el nombre que recibe un microalga hallada en la faja pirítica onubense que investigadores de la Universidad de Huelva han descubierto que alberga la capacidad de generar actividad antimicrobiana y, en consecuencia, de ofrecer un abanico de posibilidades para la obtención de antibióticos naturales.
El descubrimiento parte de un proyecto financiado por la Consejería de Economía, Innovación Ciencia y Empleo que se desarrolla a caballo entre el Ciecem de Matalascañas y la Facultad de Experimentales de la UHU. Su finalidad principal radicaba en la búsqueda de luteína, un compuesto antioxidante capaz de frenar la degeneración macular (ceguera) asociada a la edad. Francisco Navarro, doctor en Biología Celular y director del Departamento de Biología Ambiental y Salud Pública, relata que este pigmento "es el componente mayoritario de la mácula lútea, la zona de la retina especializada en la visión fina de los detalles". Además, la luteína podría evitar la progresión de las cataratas. Sin embargo, el concienzudo estudio de campo permitió descubrir a Coccomyxa y sus propiedades, capaz de sorprender a los propios científicos.
El director del proyecto y Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Huelva, Carlos Vílchez, explica que a lo largo de los yacimientos mineros "se encuentra un laberinto de drenajes ácidos de minas, ricos en vida microscópica, algunos de los cuales vierten sus aguas a los ríos Tinto y Odiel, así como al interior de las propias canteras". Es en este ambiente hostil donde la vida ha logrado abrirse paso gracias a la adaptación a un ecosistema extremo, a la adversidad inherente a subsistir en un medio hídrico con un ph muy ácido, el cual sólo permite la pervivencia de los microorganismos más fuertes o que mejor se han adaptado al medio. Un hábitat natural donde coexiste toda una suerte de microalgas extremófilas, entre ellas la Coccomyxa onubensis.
Vílchez subraya que este ecosistema obliga a las algas ha "sintetizar moléculas antioxidantes como medio defensivo para combatir ese constante estrés al que se ven sometidas. Nosotros nos aprovechamos de esta circunstancia para recrear en laboratorio unas condiciones determinadas de hábitat artificial, ya sean situaciones de estrés nutricional, ambiental o hídrico. El objetivo final es forzar a estos microorganismos a la producción de las componentes que nos resultan útiles". Bajo alguna de tales condiciones se detectó que Coccomyxa generaba una actividad antimicrobiana intensa.
Las propiedades terapéuticas que se abren son enormes. Eduardo Forján, doctor en Farmacia por la UHU, explica que los gérmenes utilizados para estudiar la actividad antimicrobiana de dicha microalga producen habitualmente infecciones urinarias, gastrointestinales y de otro tipo. Entre estos gérmenes se incluye la salmonela o E. coli y la inhibición de su actividad permitiría disponer de nuevas herramientas terapéuticas en el tratamiento de las infecciones provocadas por ellos.
Estas investigaciones constatan que los compuestos responsables de la bioactividad son especialmente activos frente a patógenos resistentes a la acción de diversos antibióticos convencionales usados en la práctica médica.
Francisco Navarro explica que los resultados preliminares en el laboratorio están siendo "sorprendentes". Por otra parte, indica que uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la sanidad es lograr nuevos antibióticos, dada la ligereza con la que se han dispensado estos medicamentos y el consumo indiscriminado por parte de la población, lo que ha favorecido que los patógenos generen patrones de resistencia que están ganando la batalla a la medicina actual. El doctor Navarro explica que gracias a esta investigación están en vías de disponer de un antimicrobiano, que "al no haberse empleado con fines terapéuticos en humanos, cabría esperar que presentase una buena efectividad", los cuales ya han resultado ser eficaces "in vitro" frente a siete u ocho especies bacterianas diferentes. De momento, los resultados son equiparables a varios de los antibióticos que existen actualmente en el mercado de uso hospitalario.
El siguiente paso en la investigación será identificar las moléculas responsables de esta bioactividad y, tras ello, realizar los estudios clínicos previos a una posible obtención a escala preindustrial.
La UHU, con Vílchez al frente del grupo biotecnología de algas, también trabaja en una línea para la obtención de biocombustible a partir de estos seres vivos, así como en dos proyectos destinados, respectivamente, a la obtención de biopolímeros y a la generación de biogás a partir de microalgas, ambos financiados por el VII Programa marco de la Unión Europea.
El descubrimiento parte de un proyecto financiado por la Consejería de Economía, Innovación Ciencia y Empleo que se desarrolla a caballo entre el Ciecem de Matalascañas y la Facultad de Experimentales de la UHU. Su finalidad principal radicaba en la búsqueda de luteína, un compuesto antioxidante capaz de frenar la degeneración macular (ceguera) asociada a la edad. Francisco Navarro, doctor en Biología Celular y director del Departamento de Biología Ambiental y Salud Pública, relata que este pigmento "es el componente mayoritario de la mácula lútea, la zona de la retina especializada en la visión fina de los detalles". Además, la luteína podría evitar la progresión de las cataratas. Sin embargo, el concienzudo estudio de campo permitió descubrir a Coccomyxa y sus propiedades, capaz de sorprender a los propios científicos.
El director del proyecto y Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Huelva, Carlos Vílchez, explica que a lo largo de los yacimientos mineros "se encuentra un laberinto de drenajes ácidos de minas, ricos en vida microscópica, algunos de los cuales vierten sus aguas a los ríos Tinto y Odiel, así como al interior de las propias canteras". Es en este ambiente hostil donde la vida ha logrado abrirse paso gracias a la adaptación a un ecosistema extremo, a la adversidad inherente a subsistir en un medio hídrico con un ph muy ácido, el cual sólo permite la pervivencia de los microorganismos más fuertes o que mejor se han adaptado al medio. Un hábitat natural donde coexiste toda una suerte de microalgas extremófilas, entre ellas la Coccomyxa onubensis.
Vílchez subraya que este ecosistema obliga a las algas ha "sintetizar moléculas antioxidantes como medio defensivo para combatir ese constante estrés al que se ven sometidas. Nosotros nos aprovechamos de esta circunstancia para recrear en laboratorio unas condiciones determinadas de hábitat artificial, ya sean situaciones de estrés nutricional, ambiental o hídrico. El objetivo final es forzar a estos microorganismos a la producción de las componentes que nos resultan útiles". Bajo alguna de tales condiciones se detectó que Coccomyxa generaba una actividad antimicrobiana intensa.
Las propiedades terapéuticas que se abren son enormes. Eduardo Forján, doctor en Farmacia por la UHU, explica que los gérmenes utilizados para estudiar la actividad antimicrobiana de dicha microalga producen habitualmente infecciones urinarias, gastrointestinales y de otro tipo. Entre estos gérmenes se incluye la salmonela o E. coli y la inhibición de su actividad permitiría disponer de nuevas herramientas terapéuticas en el tratamiento de las infecciones provocadas por ellos.
Estas investigaciones constatan que los compuestos responsables de la bioactividad son especialmente activos frente a patógenos resistentes a la acción de diversos antibióticos convencionales usados en la práctica médica.
Francisco Navarro explica que los resultados preliminares en el laboratorio están siendo "sorprendentes". Por otra parte, indica que uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la sanidad es lograr nuevos antibióticos, dada la ligereza con la que se han dispensado estos medicamentos y el consumo indiscriminado por parte de la población, lo que ha favorecido que los patógenos generen patrones de resistencia que están ganando la batalla a la medicina actual. El doctor Navarro explica que gracias a esta investigación están en vías de disponer de un antimicrobiano, que "al no haberse empleado con fines terapéuticos en humanos, cabría esperar que presentase una buena efectividad", los cuales ya han resultado ser eficaces "in vitro" frente a siete u ocho especies bacterianas diferentes. De momento, los resultados son equiparables a varios de los antibióticos que existen actualmente en el mercado de uso hospitalario.
El siguiente paso en la investigación será identificar las moléculas responsables de esta bioactividad y, tras ello, realizar los estudios clínicos previos a una posible obtención a escala preindustrial.
La UHU, con Vílchez al frente del grupo biotecnología de algas, también trabaja en una línea para la obtención de biocombustible a partir de estos seres vivos, así como en dos proyectos destinados, respectivamente, a la obtención de biopolímeros y a la generación de biogás a partir de microalgas, ambos financiados por el VII Programa marco de la Unión Europea.