5.11.14

LA JOYA DE NIEBLA EN EL MUSEO PROVINCIAL

A

pareció durante la limpieza de la parte exterior de la Muralla de Niebla, en una intervención arqueológica desarrollada cerca de la Puerta de Sevilla, en la campaña 2002-2003. El arqueólogo onubense Francisco Javier Rastrojo, fallecido en 2010 en un fatal accidente, fue el artífice del hallazgo de aquella pieza: un magnífico y singular anillo de oro de época turdetana. La arqueóloga onubense Clara Toscano participó en aquella excavación como alumna (fue su debut), ha investigado a fondo la pieza y quiere que su trabajo sea un homenaje a Rastrojo. 

Desde hoy, con el patrocinio de Huelva Información, el Museo de Huelva exhibe como Pieza del Mes este anillo ovalado, casi circular -con aro de sección plano-convexa de 17 milímetros de alto y 15 de ancho- hallado en la muralla "posiblemente por una pérdida accidental". Así lo explica Toscano, tras comentar que se rechazó la hipótesis de que fuera un depósito ritual o fundacional, debido a las abundantes huellas de uso del anillo. 

Según precisa la arqueóloga, las joyas destinadas a este tipo de actos eran realizadas ex profeso con ese objetivo y, en este caso, "se ve a simple vista que la pieza tiene una huella por el lado superior derecho y el lado inferior izquierdo, de modo que la persona que lo portó realizó una actividad constante a lo largo de su vida, dejando marcada esa huella". 

Tampoco lo portó un obrero, ya que es de pequeño tamaño (pesa tres gramos y tiene 19 milímetros de diámetro), por lo que su dueña fue seguramente una mujer y, además, está compuesto por un 96,28% de oro, un 1,88% de plata, un 1,7% de cobre y, en menor medida, hierro, lo que hace pensar que fue lucido por una persona de alto estrato social. 

No fue realizado tampoco para una persona -un posible príncipe heredero de una monarquía o un jefe local, por ejemplo- porque, según la investigación, muy similar al anillo de oro de Niebla es otro de plata de procedencia desconocida que se encontraba en una colección privada (por lo tanto no tiene contexto arqueológico) de Sevilla y que se cree procedente de Andalucía occidental. 

La similitud entre ambos anillos resulta "sorprendente", pues tanto la forma, como la técnica, así como la iconografía y el estilo son muy similares. Se descarta pues la posibilidad de una falsificación, ya que el anillo de Sevilla se publicó antes y el de Niebla procede de contexto arqueológico. 

La investigación también relaciona a los anteriores anillos con otros de Sanlúcar de Barrameda, Montemolín y Cartago, lo que indicaría que se trata de "elementos salidos del mismo taller o del mismo grupo estilístico, cuya seña de distinción lo supondrían los zig-zags, así como la cenefa posterior curvilínea". Este taller podría estar ubicado en Andalucía occidental, por la concentración de la mayoría de sus elementos. Las producciones de este taller "podrían encuadrarse entre el siglo VI y IV a.C. o bien ser posteriores y que sean símbolo de la perduración de elementos iconográficos anteriores". 

La escena que muestra el anillo -obtenido mediante el batido y forjado de una lámina áurea, mientras que el sello fue grabado a buril- está compuesta por una figura femenina que mira hacia la izquierda, lugar en el que se encuentra representado un joven. Alrededor de ambos, elementos florales enlazados y enrollados de forma simétrica enmarcan la escena. 

"Todo ello queda rodeado por una fina gráfila en zig-zag, perdida parcialmente en la zona superior derecha e inferior izquierda debido al uso", apunta la investigadora. 

La figura femenina, de perfil hacia la derecha, tiene el brazo flexionado con el pulgar hacia arriba, como sosteniendo su pecho. Viste chitón largo plisado con una apertura triangular en el cuello y mangas que llegan hasta la mitad del brazo. El chitón queda ceñido a la cintura mediante un cinturón ancho. El peinado de la figura femenina lo conforman cinco bucles o tirabuzones (típicos del peinado femenino arcaico) hasta los hombros, con zig-zags en la frente que estarían representando que la imagen portaba diadema o stéphane. El joven viste también chitón, pero en este caso llega hasta las rodillas, mientras que su cabeza imberbe muestra el pelo corto. 

Según la investigación, la identificación de la figura femenina con una diosa es "evidente" por la similitud que ofrece con varias deidades orientales: "Se asemeja iconográficamente a las escenas que muestran los escarabeos fenicio-púnicos, en los que se ve a la diosa Isis amamantando al joven dios Horus. Fue esta escena la que inspiró las representaciones de Astarté curótrofa y Astarté -Tanit con la mano en el pecho". 

De todas las posibilidades, el trabajo de la experta considera que la más plausible es la que identifica la diosa de la escena con Astarté, "pues la figura no comparte los atributos iconográficos distintivos de Isis, ni el joven con Horus". Por el contrario, las dos series de roleos laterales se pueden identificar con "el árbol de la vida del culto sagrado a Asherat/Astarté, de cuyo pecho manaba el perfume de la vida eterna". 

Pese a que el anillo de Niebla procede de contexto arqueológico, éste sólo indica una fecha anterior al s. IV a.C. El estilo de los anillos se sitúa a fines del s. VI a.C., momento en el que se extienden las representaciones con el chitón que visten los personajes de los anillos del taller de Andalucía occidental al que perteneció , y que pudo estar activo entre el s. VI y el IV a.C. O bien pudo ser un taller activo entre los siglos IV y III a.C. pero con representaciones iconográficas de una época anterior que perdura.